(Claudio Blanco) Un 20 de marzo de 1935 nacía oficialmente el Club Social y Deportivo Defensa y Justicia. Hace 86 años se le daba forma a una nueva institución a instancias de un grupo de pibes estudiantes que se juntaban en la calle Mitre al 400, en un galpón de Eugenio Calvi, dónde al frente había un baldío con un auto abandonado. Allí armaban los partidos, tras las juntadas para matear, jugar al truco y charlar. El auto -dicen- servía a veces de vestuario improvisado. Eran tiempos de calles de tierra, empedrado desparejo y boulevard de un Florencio Varela de pueblo, uno de los primeros del interior de la provincia hacia el sur por entonces, cuando la mega urbe del conurbano aún no echaba raíces por éstos pagos.
Los hechos más importantes del club pueden resumirse, de manera imperfecta (ustedes agreguen lo que sus mentes les traiga a recuerdo), de la siguiente manera: 1935: fundación del club; 1978: afiliación a la AFA, lo que significó la refundación del club, e inauguración del estadio; 1980: cambio de colores; del azul y blanco al verde y amarillo (debido a la sponzorización de la línea de colectivos 148, “El Halcón”, lo que significó empezar a conocer al equipo como “Los halcones”; 1985: Ascenso a la “B”; 1986: Ascenso a la B Nacional; 1997: Nuevo ascenso a la B Nacional tras su único descenso; 2014: Ascenso a la Primera “A”; 2020: Campeón de la Copa Sudamericana.
Esa síntesis simplista, resume el enorme crecimiento que se le dio al club desde la conformación del equipo de fútbol en la AFA. De ésta manera, la línea de tiempo se parte en dos: antes de 1978, con un club meramente social y cultural (figuras de la música popular desfilaron por su sede; los carnavales; actividades deportivas varias a nivel amateur) y posterior a aquél año, con el advenimiento a un club de fútbol que lo hizo popular y se convirtió en un embajador nacional e internacional de la ciudad y el distrito. Tanto, que hace ya unos cuantos años que el los colores Verde y Amarillo son sinónimo de Florencio Varela, adoptándolos como los colores oficiales del municipio y la bandera local.
Hacia el futuro inmediato y mediato, están más competencias internacionales, pero sobre todo se destacan las obras en el Predio de Bosques, ampliando el Centro de Alto Rendimiento para las categorías formativas y el fútbol femenino; y la ampliación y remodelación total del estadio “Tomaghello” en el barrio Libertad, de dónde jamás se mudó.
Pero para entender mejor los albores de la institución, a fines de la década del ’90 entrevisté a uno de los Socios Fundadores del club, el Dr. Alfredo Scrocchi -acaso una de las últimas a un personaje que fue parte del nacimiento del club en 1935-. La charla fue realizada en el chalet de mitad del siglo pasado que Don Scrocchi habitaba en Bocuzzi y España, cuándo la zona aún no era comercial, y fue publicada en 1999 en la Revista Defensa! Corazón (la primera con tapas y póster a todo color dedicada a Defensa) que dirigía y cuyo nombre se lo puso Ruben Arias.
LA ENTREVISTA ORIGINAL AL DR. ALFREDO SCROCCHI
La entrevista a Alfredo Scrocchi, uno de los socios fundadores, fue publicada en la Revista Defensa! Corazón en 1999, y dejó como título: “No hay un motivo por el cual lo llamamos Defensa y Justicia”. Debajo, la transcripción:
– “Y un buen día se nos ocurrió hacer un club…La idea fue impulsada un poco, porque se desocupó la casa donde vive el ex wing izquierdo de Defensa y Huracán, Sotelo Belmonte. La alquilamos, nos reunimos en la casa de Antonio Vives, que era empleado del correo, y fundamos el club”-. Con simples palabras, el socio fundador de Defensa, inició el relato que lo tuvo como gran protagonista.
Alfredo Ricardo Scrocchi confiesa tener 83 abriles. Se desempeñó a lo largo de su vida como abogado civil y comercial. Desde que tenía 14 años milita en el radicalismo. Entre 1950 y 1952 fue concejal de Florencio Varela (cuando los ediles trabajaban gratis), y entre el ’52 y el ’55 ocupó la banca de la Cámara de Diputados de la provincia.
Fue candidato a intendente de Varela en dos ocasiones. En las elecciones del ’48 perdió por tan sólo 90 votos. Don Alfredo se muestra amable y cordial. Cualidades que delatan su pasado varelense, cuando en éstos pagos se respiraban aires de pueblo y campo. Su rostro aparenta unos cuantos años menos, sus ojos reflejan su pasado de hombre activo y trabajador en lo social. De su boca suenan insistentes palabras que repiten con humildad que él no es merecedor de tantos halagos. Su alma sabe que sí.
– ¿Por qué “Defensa y Justicia”?
– El problema era ponerle el nombre al club. Había varias opiniones. Uno del grupo, que luego no sabíamos quién era, dijo “Defensa y Justicia”… Y bueno, agradó el nombre. Pero no hay un motivo en particular. En fin, quedó…
– ¿Cuáles fueron las primeras actividades del club?
– Abrimos un registro y sumamos como 50 o 60 socios. Jugábamos a la baraja, y al billar. La actividad iba creciendo mucho. El tema era que no había clubes en Florencio Varela, excepto el Varela Juniors. Al crecer la cantidad de socios, surgió la idea de alquilar en la avenida San Martín una casa vieja pero amplia (N.de la R: donde hoy en día hay un salón de eventos, enfrente de la antigua sede que actualmente es una Iglesia Universal). Se armó la discusión y, en una elección, se impuso el criterio de la mudanza.
– ¿Qué era Varela por aquél entonces?
– Una aldea. Nos conocíamos todos. Se podían dejar las puertas abiertas. En cambio, hoy tomo la calle Monteagudo y, de cada diez personas que me cruzo, conozco, conozco a una o dos. Era tan chico que había un solo abogado que venía los sábados a la mañana a Varela.
– ¿Qué sintió cuando se produjo el cambio de los colores del club?
– Estuve de acuerdo. Me dio un poco de tristeza, pero no me opuse.
– Lo mejor que le dio la vida…
– Mi familia y el aprecio de la gente.
– ¿Cómo imagina a Defensa dentro de 64 años?
– Va a ser grande, porque tiene mucha gente adepta y porque, si la ciudad crece como lo imagino, Defensa también lo va a hacer. (N. de la R.: ¡Es lo que está ocurriendo!)
– ¿Qué antecedente se puede remarcar como paso previo a la fundación del club?
– Con un grupo de amigos nos juntamos en la calle Mitre al 400 a tomar mate, a charlar, a discutir de fútbol… Allí había un galpón, que era de Eugenio Calvi, dueño de un depósito de forrajes y, enfrente, un terreno baldío con un auto abandonado en un rincón. Allí hacíamos nuestros picados de fútbol y formamos un equipo al cual llamamos “El auto viejo”. Jugábamos con otros clubes por el asado o por amor propio, nada más. Y un día se nos ocurrió hacer un club…”
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