(Radio GBA / por Claudio Blanco) Disimuló las lágrimas, pero no las pudo contener.  La comisura parpadeante fue el primer gesto involuntario de Christian Miño apenas pisó el escenario del Luna Park que hervía de gente. Fue ayer hacia las 20, cuando subió cual estrella boxística junto al candidato a presidente del Frente para la Victoria Daniel Scioli. Ese mismo Miño, el de Varela, el que andaba sin un mango en el bolsillo a principio de los años 2000 pero que tiene un cerebro envidiable a la hora de liderar equipos de trabajo y una cintura política creciente, había llenado el Luna. Ni más ni menos. La Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo (CNCT) fue la única convocante y de allí la monocromía de las banderas entre naranjas y amarillentas, apenas cortada por algún verde de la leyenda de la Federación de Cooperativas de Trabajo Unidas de Florencio Varela -FECOOTRAUN- (la cuna del cooperativismo de trabajo que el propio Christian, junto a otros fieles que aún persisten desde la primera hora, acuñó primero con caradurismo y luego con trabajo incansable) ¡Y vaya si convocó! casi 10 mil almas representando a Federaciones de todo el país estaban allí presentes.

Un Luna convocado por una sola persona y una sola entidad seduce a cualquier político, y uno de los seducidos fue Scioli, obviamente también ungido por el sustento que la CNCT decidió darle por ser el candidato del oficialismo que lleva adelante un modelo de país y de gestión que tanto impulso dio a la autogestión.

Mi admiración llegaba al ver a los jóvenes y no tanto moverse de un lado hacia otro como si estuvieran duchos en la organización de semejante acto. Dejaron por unos días sus trabajos habituales y se sumergieron en distribuir cada uno su rol. Así, las caras que habitualmente cruzo en el edificio de Av. San Martín 1555, estaban ensimismados y entusiasmados con la tarea programada. Nada había que descuidar, estaban jugando en la Liga Mayor e iban a demostrarle al futuro Presidente de la Nación que deberá tener en cuenta a éste sector de los trabajadores. No es poca cosa. Confieso sentirme algo frustrado por no poder darles una mano en el frenesí, pero mi rol es otro. Este por ejemplo, el de plasmar no sólo la crónica de la noche, sino también los sentimientos.

La gente llegó desde temprano al Luna. Los del Interior sudaban a más no poder, algunos ni tiempo para un baño tuvieron, pero estaban contentos y felices. Era su momento. En el -atiborrado- Vip, algunos dirigentes que ayudan a la labor cooperativa y otros no tanto, desfilaban entre algún trago y comentaban la tremenda convocatoria concretada por la CNCT, una sigla que al principio había que explicar puntillosamente qué era y hoy sale de memoria y la gente (y los políticos) relacionan con las cooperativas y con Miño.

Con Scioli en el Luna, tras su raid de campaña que lo trajo desde Tecnópolis, el anfitrión salió a ganar al escenario. A Christian, las piernas le temblaron, pero el hombre de gestos tímidos -aunque de timidez sabe poco y en un enojo privado saca la garra que tiene dentro- se envalentonó. Arremetió su discurso, sin cassette (ese cassette que sí utiliza en parte Daniel Scioli a la hora de su oratoria) y agradeció especialmente a todos los trabajadores asociados a las 36 Federaciones que forman la CNCT y que con la impronta de la Federación varelense fue conformando a lo largo y ancho del país.

Christian y FECOOTRAUN son como Defensa y Justicia: Ya están jugando en Primera, pero mantienen la esencia del barrio y las personas de confianza de un círculo íntimo formado hace más de 15 años. Pero están en Primera. Recién ascendidos, claro, y algún derecho de piso deberán pagar, porque la política es así. En reuniones de antaño, Emilio Curutchet (del Consejo de Administración de la federación varelense) rezongaba puertas adentro porque no había un solo concejal cooperativo en Varela.  Tenía su justa razón. El reconocimiento de la política local no llegaba. Miño hizo crecer a la CNCT. Capacitó en el trabajo a su gente de Varela y la llevó a un nivel superlativo de gestión. Y así llegó a negociar directamente con el Ejecutivo nacional. Y recién en 2015 llegó la palmada de la dirigencia local para con el movimiento que se había creado. En fin, nunca es tarde, y la recompensa llega si el trabajo es arduo y contínuo.

El Luna Park marcó la cancha a la fuerza política que venga a conducir el país. Con seguridad será el ex deportista y actual gobernador bonaerense que ayer quedó boquiabierto con la convocatoria y empezó a conocer qué es el movimiento cooperativo. Su discurso lo abrió por el lado de la tésis que dio para recibir su título de Licenciado en Comercialización, dónde dijo optar por la génesis de la Cooperativa Cristal Avellaneda. Ello despertó los aplausos dentro del tono monocorde de Scioli, al igual que cuando mencionó los vocablos mágicos “Economía Solidaria”,  “Néstor Kirchner” y  “Papa Francisco”. Apenas eso.  Ahora deberá aprender el gen del movimiento que lleva adelante desde la conducción Christian Miño y comprender qué hay más allá de la palabra “cooperativa”, ya que hoy a una empresa cooperativa media no le alcanza con un microcrédito del Banco Provincia. Me dio la sensación de que Scioli, acaso desde su cansancio proselitista amalgamado con cierto desconocimiento, creyó que la platea que lo oía eran cooperativistas recién formados y sin organización. Pero en fin, no viene al caso ahora.  Lo más importante está por venir (uno cree): sentarse a negociar. El acto de ayer fue recién el punto de partida. Las fichas están jugadas. Felicitaciones Christian Miño y a todos los que conforman Fecootraun y la CNCT ¡Salud!

   

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