(Claudio Blanco) “La parte más sensible del hombre (y la mujer, y las pymes y…) es el bolsillo” sentenció alguna vez Juan Domingo Perón. Nada más real. Ante eso, no hay relato ni campaña de marketing que valga. En muchas pymes, antes de ir a votar primero se pasó por la (cuasi vacía) registradora, luego se echó un vistazo a las facturas de luz y gas y finalmente una ojeada a las (nulas) órdenes de compra, a la (reducida) facturación y, en muchos casos, a la cantidad (reducida) de personal.
Vidal y Macri, ayer en la conferencia de prensa
Las obras viales presentadas e inauguradas por el gobierno son válidas, pero bajo ninguna circunstancias llenan un chango de supermercado, ni sacian el hambre de los marginados -que aumentaron durante los últimos 4 años-, ni hacen repuntar facturación a las pymes. Es más, si algo bueno sucede (empleo, ventas) es absolutamente temporario. Nada más. Jamás un comercio de venta de zapatos de barrio se beneficia con una obra pública, ni un mejor servicio de cloacas hace que un pibe se nutra mejor y que su papá y mamá consigan un empleo de los llamados “de calidad”. Las obras son parte de la obligación de un gobierno de concretarlas y mejorarlas, pero solo serán eje de una campaña y de un éxito electoral si el resto de la economía funciona de manera ordenada. Nada de eso ocurrió, y la gente, el ciudadano de pie, fue implacable. “El único camino es el libre mercado y volver a insertar a la Argentina al mundo” fue reiteradamente la frase de cabecera de Mauricio Macri. En casi 4 años de gestión no quedó claro de qué manera el país debe hacer esa inserción. Es cierto que un país cerrado plenamente significa a la larga un ahogo comercial macroeconómico, pero el liberar la economía a tontas y a locas provoca lo actual: un pequeño grupo concentrado, como el agro y la energía, se beneficia de manera exponencial y las industrias argentinas ven caer su facturación por una depresión interna porque el dolar sube, los insumos suben, los precios finales suben y no hay dinero para incrementar salarios. Conclusión: merma de venta, parada de producción, suspensión, desocupación. Tan sencillo de escribir como tan tremendo en la realidad. Lo mismo ocurre con el agro, dónde el sector rural más rico se hizo aún más rico y los pequeños productores siguen penando, sin que se derrame más que lágrimas al resto de la pirámide de la clase media. El ir a pedir dinero al FMI provocó, además, un tremendo agujero en la economía a futuro mediato. Miles de millones de dólares entraron al tesoro (engrosando falsas “reservas”) para pagar, básicamente, la obra pública y la campaña, dejando casi nada en las arcas para el pago del capital de la misma deuda e intereses. Pavada de “pesada herencia”, si continuamos con ese término tan remanido, le quedará al futuro gobierno que, de no mediar una catástrofe, será el que encabece Alberto Fernández. Entonces, el rearmar la rueda de la producción y ponerla en funcionamiento es imperioso, aunque no será fácil la reconstrucción, es el camino a retomar, lejos de la especulación financiera y cerca de los fierros, el mostrador, la venta cara a cara. VIDAL, LA GRAN DERROTADA El torbellino de una mala gestión a nivel nacional se llevó puesta al mejor cuadro político que salió de la cantera del PRO: María Eugenia Vidal. Acaso sea de las injusticias que dejaron los resultados de éstas PASO. Es que la gobernadora entregó envuelta para regalo la provincia de Buenos Aires al peronismo, con casi 18 por ciento de diferencia respecto a Axel Kicillof. Contundente. El vidalismo sabía que podría pasar lo que efectivamente ocurrió: que los desaguisados del gobierno central arrastren al abismo a la líder bonaerense. En el macrismo, por el contrario, confiaban en que sea al revés y pusieron a la figura de “Mariu” (con su sapiencia política y el aire angelical que expresa en cada una de sus participaciones públicas) a enfrentar y cargarse al hombro toda la campaña nacional. Y pasó lo peor: descuidaron la provincia al no acceder al pedido del vidalismo de anticipar y desdoblar la elección, como hizo el radical PRO Gerardo Morales en Jujuy. Catástrofe bonaerense, porque Vidal cayó de manera aún más estrepitosa que el propio Macri. De ahora a diciembre, a Vidal solo le queda empezar a empacar y ordenar la transición que arrancará formalmente en octubre, porque la diferencia es técnicamente indescontable.
Watson celebra su triunfo en las PASO
WATSON EN VARELA, MUSSI EN BERAZATEGUI Y DERROTA DE MARTINIANO EN QUILMES Ninguna sorpresa en Florencio Varela y en Berazategui. En el distrito verdeamarillo, Andrés Watson recibió un gran respaldo de las urnas, con más del 40 puntos, y todo indica que ello se repetirá en octubre, lo que significará que el joven dirigente (hoy intendente interino) tendrá el respaldo de los votos para su primera gestión completa al frente de la comuna. Enfrente, Pablo Alaniz realizó aceptable elección (23 %), más aún teniendo en cuenta el desastre que tuvo su espacio a nivel nacional y provincial. En Berazategui, un Juan José Mussi inoxidable cosechó más del 60 por ciento de los votos, encaminándose a un triunfo seguro en octubre, algo que nadie puso en duda jamás. La gran derrota local fue la de Martiniano Molina. El actual intendente se encamina a dejar el edificio de la calle Alberdi en manos de quien, de ganar en octubre, se convertiría en la primera intendenta mujer: Mayra Mendoza, quien derrotó en internas al delfín de Aníbal Fernández -Matías Festucca- y al exintendente Francisco Barba Gutiérrez. Martiniano (Juntos por el Cambio) fue también, en parte, víctima del arrastre de la gestión macrista y en parte de su propias miserias de gestión comunal. Cosechó el 30 % de los votos, mientras que el Frente de Todos (sumando los votos de todos los precandidatos) se llevó casi el 53%, una amplia diferencia que en Octubre sentenciaría al cheff. Desde ayer se inició, en la Nación, en la provincia y en algunos distritos como Quilmes, una especie de transición no oficial, debido a los guarismos que tornan casi indescontables las ventajas a favor del peronismo. El gobierno de Mauricio Macri deberá, desde hoy, sentarse en la mesa de las negociaciones para llevar el barco a su amarradero final el 10 de diciembre, para que otro se haga cargo del timón de la nave en el que todos estamos navegando. No parece haber otro destino en lo inmediato. La gente se expresó, nuevamente, gracias a la preciosa herramienta del voto en la bendecida democracia. Que sea con suerte.
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